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Fuentenovilla celebró con devoción las fiestas de la Virgen del Perpetuo Socorro y San Isidro

17
may '18
La costumbre local es que los vecinos a quienes la Señora ha cumplido alguna gracia, coloquen a lo largo del recorrido una mesa decorada con mantillas, para que, al paso de la procesión, quienes llevan a hombros la imagen la dejen descansar sobre ella.
fuentenovilla

Fuentenovilla celebró con devoción los dos días de fiesta que la villa dedica a la Virgen del Perpetuo Socorro y a San Isidro Labrador. El domingo, después de la primera noche de fiesta en la que actuó la orquesta Nueva Era, la villa alcarreña se engalanaba para celebrar el día Virgen del Perpetuo Socorro.

El párroco local, Antonio Gaona, oficiaba la misa en honor a la patrona de Fuentenovilla, a la que la villa alcarreña venera con fervor. Junto a la hornacina en al que descansaba su imagen, decenas de ramos de flores así lo volvían a demostrar. Después de la ceremonia religiosa, la Banda de Música, dirigida por Ricardo Piña, interpretó un baile en la Plaza Mayor.

Por la tarde, la talla de la patrona de la villa salía en procesión, siguiendo el recorrido habitual, partiendo de la Plaza Mayor, calle del Angel y del Peligro, Calle Mayor y Francisco Castellote. La costumbre local es que los vecinos a quienes la Señora ha cumplido alguna gracia, coloquen a lo largo del recorrido una mesa decorada con mantillas, para que, al paso de la procesión, quienes llevan a hombros la imagen la dejen descansar sobre ella. Entonces, los músicos de la Banda tocan un motete en su honor, de parte de la familia, o particular, que hace la ofrenda. Al regreso de la procesión, y para entrar a la patrona de Fuentenovilla a hombros a la Iglesia, la propia alcaldesa de Fuentenovilla, Montserrat Rivas, hizo la correspondiente almoneda de las andas.

El día de San Isidro Labrador la villa hizo lo propio con el santo, con una celebración religiosa que sigue los mismos pasos que la dedicada a la Virgen del Perpetuo Socorro. La particularidad que tiene la procesión vespertina de San Isidro es que, al final de la Calle Mayor, el recorrido se detiene, con la figura del patrono de los labradores mirando a los campos, este año más verdes y frondosos que nunca, para que sea el párroco local quien bendiga la tierra con el hisopo.