En Guadalajara, los Reyes Magos pudieron más que la lluvia. El mal tiempo no impidió que fueran muchas las personas las que desde las 6 de la tarde aguardaran a sus Majestades de Oriente a lo largo de todo el recorrido.
Más de 300 personas, 100 ocas, 10 bueyes, caballos y carrozas, tres de ellas sorpresa, además de un ejército romano, grupos de dulzaineros, pastores y lanceros conformaron la comitiva Real, que un año más volvió a ser fiel a su itinerario tradicional.
La marcha, encabezada por la Policía Local, concluía en San Ginés, donde Melchor, Gaspar y Baltasar, acompañados de sus pajes, adoraron al Niño Jesús en el Belén Viviente instalado en el escenario.
Una noche mágica donde las haya, en la que la lluvia no impidió que la ilusión y lo nervios se reflejaran en las caras de todos y cada uno de los niños asistentes.
Y es que, un año más, en todos los hogares se disfrutó de una jornada cargada de regalos, y por qué no, de algún trocito de carbón, además del clásico roscón de reyes. El epílogo dulce de la Navidad.